En Giropoma trabajamos cada día para garantizar que cada manzana llegue al consumidor en las mejores condiciones de calidad y frescura. Aun así, durante el proceso de selección y calibración hay frutas que, por motivos estéticos o pequeños defectos, no cumplen los estándares comerciales. Pero esto no quiere decir que se desaprovechen. Al contrario: forman parte de nuestro compromiso con la sostenibilidad y la economía circular.
Las manzanas que no se pueden comercializar como fruta fresca siguen siendo perfectamente buenas para el consumo, y en Giropoma les damos una nueva vida a través de varios canales.
Una gran parte de estas manzanas se destinan a la elaboración de zumos naturales y otras bebidas saludables. Gracias a su sabor y aroma, son ideales para obtener zumos 100% fruta, sin aditivos, manteniendo todas sus propiedades nutricionales.
Otras manzanas se transforman en compotas, mermeladas y purés naturales, un producto muy valorado tanto por la industria alimentaria como por el consumidor final. De este modo, alargamos el ciclo de vida del producto y evitamos el derroche alimentario.
También se destinan a pastelerías y obradores que utilizan la manzana como ingrediente principal para rellenos, postres o productos de horno. Su dulzura y textura hacen una materia prima excelente para la creación culinaria.
Las manzanas que no son aptas para consumo humano se pueden destinar a la producción de abonos orgánicos y compuestos naturales, contribuyendo así a cerrar el círculo productivo y devolver nutrientes al suelo.
Esta gestión responsable permite reducir el derroche alimentario, uno de los grandes retos actuales del sector agroalimentario. En Giropoma apostamos para dar salida a todos los recursos disponibles, minimizando el impacto ambiental y promoviendo un modelo de producción más circular, sostenible y eficiente.
Cada manzana cuenta. Y en Giropoma, trabajamos porque ninguna de ellas se pierda.
